La producción de alcohol a partir de la caña de azúcar se lleva a cabo en una destilería, mediante dos procesos clave: la fermentación y la destilación.
En la fermentación es donde la magia comienza. Se utilizan melaza diluida y levadura. La melaza es un subproducto de la producción de azúcar que aún contiene azúcares. La levadura es un microorganismo que consume el azúcar presente en la melaza y produce principalmente etanol y dióxido de carbono.
En un gran tanque llamado cuba de fermentación, mezclamos levadura y melaza diluida y dejamos que transcurra un tiempo para que el microorganismo haga su trabajo. Cuando la fermentación ha finalizado, tenemos una mezcla que contiene etanol, agua, levadura y otros compuestos. Mediante centrifugación, separamos la levadura del resto de la mezcla, que se envía al próximo proceso.
Durante la destilación, la mezcla se calienta en una serie de columnas de destilación, logrando que el etanol se evapore y se separe de casi toda el agua y del resto de compuestos de la mezcla, obteniendo el alcohol etílico hidratado, que es utilizado para la producción de bebidas alcohólicas, productos farmacéuticos y otros. Un subproducto de la destilación es la vinaza, compuesto muy rico en nutrientes que se la procesa para producir compostaje para los campos.
Se trata de un 24% más de lo exportado en el mismo lapso del año pasado.
El bioetanol como una alternativa para la diversificación de la matriz energética y el fortalecimiento a las economías regionales.
Son ocho los ingenios tucumanos que han finalizado su zafra.